"Dar es dar" dijo alguna vez Fito. Y qué problema posó para el resto de la humanidad. A diario nos hallamos dando todo tipo de servicios, respuestas, satisfacciones y demases a la gente que lidia con nosotros y nos rodea. Indefectiblemente también nosotros somos víctimas del humor y la caridad de los demás. Pretendemos, o al menos la mayoría, que se nos trate como nosotros tratamos a la gente, o incluso mejor. Como nada en la vida es perfecto o justo, es fácil hallar el desbalance. A veces nos encontramos con gente que se sale de su camino para ayudarnos, escucharnos o aconsejarnos, y eso lamentablemente nos sorprende eternamente, así como a veces también nos encontramos a un forro o a un pajero que si bien podría ayudarte, hoy se levantó de mal humor y decide que mejor no te ayuda, y eso le da una extrañísima satisfacción al hijo de puta. El problema más grave que surge en toda esta vorágine social está en la interacción de la pareja. Es realmente catastrófico el efecto que tiene darle muy poca bola, o mucha bola a una persona. Si le das poca bola es falta de interés, y si te le tirás encima te falta el moño y estás regalado. Es prácticamente imposible, o certeramente MUY difícil encontrar la manera de demostrar interés pero dejando un haz de misterio que haga que la persona que te tiene que ver la cara varias veces a la semana te siga bancando/queriendo/soportando. A mi me ha pasado que salir con flacos que literalmente estaban dispuestos a vender su alma por mi, me escribían poemas y boleros, me hacían la comida y me llevaban a cenas románticas para los aniversarios. Yo por mi lado hacía poquísimo mérito para merecerlo. Lo más irónico -y medio triste también- es que esas fueron mis relaciones menos pasionales. Será que soy hija del rigor, pero siempre me gustó un buen desafío: agarrar al chico malo que no te necesita, y de a poco moldearlo hasta la docilidad -aunque no nos engañemos, todos sabemos que nunca se llega a eso, y eso justamente es parte del reto, nunca lo podés ganar al 100%-
Por qué a veces le damos mas a quien menos nos da? Existe el balance o estamos condenados a elegir entre el dependiente o el liberal desenfrenado? Por qué decimos querer al romanticón de la película pero cuando se nos aparece un pibe con un poema en la vida real le huimos despavoridas? Tengo más preguntas que el día que terminé de ver Lost..:(
jueves, 30 de septiembre de 2010
lunes, 14 de junio de 2010
El Ego
No es fácil la vida para aquel que aplica la ley de la introspección; se debe hallar la disciplina para discernir aquello maligno y contraproducente en la propia mente y tener la valentía de hacerlo a un lado. Qué difícil es tomar nuestras propias culpas. Qué difícil se nos hace día a día plantearnos que tal vez, solamente tal vez, ni el mundo ni la gente está en nuestra contra, y que es más, tal vez nosotros seamos los que nadamos en contra de nuestra propia corriente. El egocentrismo es un arma de doble filo. Aquello que nos aísla de la sociedad es también a veces lo que nos mantiene con vida en situaciones extremas. Sin egocentrismo nos transformamos en nada; la realidad es que cada uno experimenta la vida desde su perspectiva, desde que nace hasta que muere, y nunca jamás llegamos a intercambiar lugares con otra persona. Qué interesante sería si la vida nos pusiera en los zapatos de otro, no? Levantarse a la mañana y ver un rostro desconocido en el espejo, tener que lidiar con otra familia, conocer otra cultura. Si la vida fuese así, entonces no seríamos como somos; no existiría el egocentrismo como lo conocemos. Seríamos todos una masa colectiva de almas intercambiables, todos trabajando en conjunto por el bien de todos, porque nos "convendría" a todos. El rico sabría de compartir sus bienes, ya que un día podría despertarse en la otra punta del mundo sin zapatos y con un hambre que jamás había conocido. Aquel político corrupto podría dejar de robar de una vez, cuando se amanezca en el lugar de un empresario y sepa lo que se siente cerrar la pequeña compañía que tardó años en construir por pagar tantos impuestos que enriquecen el bolsillo de aquellos sin conciencia.
miércoles, 9 de junio de 2010
Lo que dé contar: Introducción
Paso mucho tiempo en internet, probablemente demasiado. No son pocas las veces que me cuestiono si este estilo de vida cibernético que llevo no me aliena de lo que es la vida real. Soy de esas personas que si no se conectan por un par de días, enseguida se empiezan a paranoiquear porque se le mueren las vacas en la granja de Facebook, o de esas otras que temen irracionalmente que las etiqueten en más de una foto desagradable. Habiendo dicho eso también reconozco que siempre me planteé la idea de escribir un blog para alivianar el ocio que me genera pasar como mínimo 40 horas a la semana sentada en frente a un monitor (y bien dije "mínimo 40," sin contar con las horas que paso conectada fuera del trabajo.) Hace tiempo que vengo amagando con hacerme un blog, y después de varias idas y venidas decidíme por hacerlo. Heme aquí, tipeando a velocidades récord y aplicando con mucho empeño todas las reglas ortográficas que me sé. No se crean que esto fue fácil, por algún motivo siempre me desmotivó el pensar que la gente tuviera el poder de saber lo que pienso, aunque eventualmente me di cuenta que ese delirio egocéntrico no solamente era falso sino que ni siquiera estaba fundamentado y por lo tanto lo descarté.. Ahora sólo me queda escribir.
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